21 días con luz – Parte I

¿¿Sabéis?? A veces tengo la sensación, de que todo el mundo avanza en la vida menos yo…

…sí, es como si todo el mundo fuera en patines y yo andando, y con pesas en lo tobillos…a menudo veo como la gente lleva a cabo proyectos fantásticos sin pensárselo demasiado, y yo me quedo ahí sentada, llena de cuadernos, posit, libretas y listas, que no hacen mas que aumentar mi desorden mental, y mi agobio por ver como crece la montaña de ideas y planes, y no saber muy bien como rebajarla de tamaño.

Lo veo todo clarísimo y sencillísimo, pero en mi cabeza…soy capaz de visualizar una imagen, un flujo de trabajo, un proyecto puesto en marcha y que funciona a las mil maravillas…pero algo falla…lo que falla es que solo está ahí, en mi cabeza.

Sí, ese es mi fallo…no consigo desbloquear mi mente para pasar a la acción…no consigo dar el primer paso para dar vida a todas esas ideas que me rondan la cabeza, no consigo empezar a tachar puntos de esa lista de cosas por hacer…y ¿¿por qué?? Porque lo quiero todo perfecto…y much@s diréis «bueno, y qué, yo tambien lo quiero todo perfecto, y eso no me impide llevar a cabo mis proyectos» y tenéis toda la razón, el perfeccionismo no está reñido con EL AVANCE…pero es que, yo voy un pasito más allá…es como si Amancio Ortega, hubiese pretendido montar la cadena Inditex del tirón, sin ningún proceso evolutivo por medio, sin primeramente haber sido dependiente de una camisería y luego haber confeccionado batas de boatiné…pues a mi me pasa algo parecido, quiero hacerlo todo tan tan perfecto, y tan similar a como lo imagino, que me da miedo el proceso…me dan miedo los altibajos propios de cuando algo se está creando, los cambios de direcciones, la necesidad de reinventar y redirigir, los errores, los fracasos…quiero que nada falle, que nada se desvíe, ni nada cambie…quiero que todo ocurra tal y como está en mi cabeza, pero claro, de la misma manera sé, que eso es imposible, que ese camino idílico no existe, y que Amancio Ortega no se levantó una mañana y creó Inditex.

Sigo a muchos emprendedores, a los cuales he visto crecer…he visto como sus proyectos han nacido de la nada, siendo muy muy pequeñitos, sin ningún tipo de perfección ni despliegue…he visto como han dado dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás, he visto como han redirigido sus negocios y como no han tenido miedo ha decir esto no funciona…he visto como han lanzado sus ideas sin mas soporte que una red social…he visto como han dicho «yo lo hago» sin tener muy clara la manera…y al final, han llegado a la meta porque, obviamente, el camino no es recto, ni tan siquiera está asfaltado…hay desniveles en el terreno y algunos seres indeseables que te ponen la zancadilla, pero lo que hay que tener claro, es que hay que recorrerlo, y por supuesto, hacerlo sin miedo.

…entonces…

¿como hago para que esta losa de perfección no me paralice?

Pues la única manera es, rodeándome de personas maravillosas, personas geniales que me quieren y creen en mi, gente que sin esperar nada a cambio se convierten en mi red anticaida y que, sobre todo, se convierten en el motor que impide que me pare a mitad del camino, porque están observando mis movimientos para percatarse de cualquier tropezón o caída.

A veces, incluso hay que salirse del camino, para tomar un atajo…o no, simplemente para tomar otro camino mas largo pero con mejor señalización…así que bueno, en esas me encuentro. Se avecinan cambios, porque estoy andando el camino…me quedan muchos nuevos paisajes que conocer y muchos cambios climáticos que soportar, pero llevo unas buenas botas y un walkie-talkie, con gente maravillosa al otro lado, por si me pierdo y tengo que pedir ayuda…

…para empezar, no hace falta nada más, ¿¿no??